El poeta de Ojos Verdes

•19 abril 2013 • Deja un comentario

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Tras un parón un poco largo, las anécdotas vuelven a llamar a la puerta. Pero hoy regresan con sangre azul y no es que vaya a hablar de los demócratas en Estados Unidos o de piratas en tierras caribeñas (aunque no sería una mala idea completar el blog con una imagen de Johnny Depp).
En fin, bromas a parte, hay que destacar que este post se lo voy a dedicar a un personaje olvidado pero que ha tenido una gran repercusión en la cultura de nuestro país: Rafael de León.
¡Tranquilidad! No voy a soltar aquí un rollazo sobre la vida del escritor para contar quiénes fueron sus amantes o cómo se llamaba su madre, pero sí haré hincapié en quién era y que aportó a la sociedad.
Rafael de León y Arias de Saavedra fue el autor de la mayor parte de la copla española. ¿Quién no conoce «María de la O»?¿Y esos ojos verdes como el trigo verde y el verde limón? Pues si algún lector no conocía esa peculiar tonalidad, le aseguro que esos ojos sí conocían muy bien a Rafael.
Sevillano y de familia noble, desde muy joven, frecuentaba cafés republicanos donde se respiraba un ambiente permisivo y aperturista. Allí contactó con muchos artistas, entre ellos el músico Manuel Quiroga y el autor Antonio Quintero que acabarían formando el trío Quintero, León y Quiroga. Sin olvidarnos, por supuesto, de que entabló una gran amistad con la famosísima Concha Píquer que acabaría poniéndole voz a muchas de sus creaciones.
Aunque de León debería figurar como un miembro más que destacado en la generación del 27, se ha quedado encasillado en la generación del olvido.

No seas «pelota»

•7 octubre 2011 • Deja un comentario

Decía Homer Simpson en un capítulo que una de las frases más importantes que debe aprender una persona en la vida es: «Buena idea, jefe«.
En efecto. En esta sociedad tan jerarquizada hacer la pelota, de vez en cuando, puede ayudar a más de uno a conseguir sus propósitos. Claro que la mayoría de las personas tenemos esta expresión tan asumida como que 2+2 es 4. Pero, ¿cuándo nació? ¿y por qué?. Si alguno se lo ha preguntado alguna vez, aquí tiene la respuesta:
El billar no es tan «joven» como algunos piensan. Claro que sin irnos demasiado lejos, hay que recordar que nuestro colega Fernando VII ya lo practicaba a principios del s. XIX.
Fernando era un gran aficionado a este juego y solía echar largas partidas con su grupo de seguidores. Éstos eran tan buenos jugando que colocaban estratégicamente las bolas para que al rey le resultase fácil meterlas en los respectivos agujeros, por lo que se les comenzó a llamar «pelotas».
A partir de ahí, todo fue rodado y se empezó utilizar el término «hacer la pelota» a todos aquellos que intentan halagar a sus superiores.

Las mentiras del Titanic

•26 abril 2011 • Deja un comentario

El 14 de abril de 1912 tuvo lugar en las gélidas aguas del sur de Terranova el hundimiento del Titanic, el tercero de un trío de imponentes trasatlánticos de la White Star. Mucho se ha especulado en torno a este barco y se han forjado diversas teorías que han llevado al hombre a proyectarlas hasta en la gran pantalla.
Así, no solo el iceberg parece ser el único culpable del hundimiento; otros como el capitán Edward Smith ha sido crucificados durante años por su «irresponsabilidad». Claro que la verdad parece ser muy distinta, vamos a ello:
Antes de nada cabe recordar que dos eran las rutas que había en aquel momento, la del norte y del sur (la más utilizada y segura), y esta última era la que seguía el Titanic.
Tras cuatro días de viaje (ya que partió un 10 de abril de costas francesas), empezó a recibir avisos de otros buques que habían percibido la presencia de hielo, entre ellos el SS. Californian que se encontraba a pocos kilómetros de la ubicación del transatlántico y que había detenido la marcha por las malas condiciones. Su radiografista, Evans, emitió por código morse una advertencia a todos los barcos de la zona pero, a pesar del aviso de hielo, Philip (el radiografista del Titanic) cortó la comunicación con su homólogo ya que estaba recibiendo mensajes de Cabo Rey. Hay que destacar que Evans tenía un equipo menos simple que los demás navíos y no sabía que la frecuencia estaba ocupada, por lo que la retransmisión sonó muy fuerte para Philip. Aun así, éste ignoró los mensajes que Evans entregó por no llevar el prefijo M.S.G.
A pesar de los cinco avisos que recibieron durante el día, el Titanic mantuvo la velocidad a 21 nudos, debido a que en aquel momento se pensaba que lo más seguro era pasar a gran velocidad las zonas de hielo.
Los vigías nocturnos, Reginald Lee y Fred Fleet vieron el iceberg 37 segundos antes de la colisión. No es bueno cargar las culpas sobre dos hombres que, probablemente y aunque iban abrigados, llevaba los ojos tuertos por el frío, además de contar con poca luz (era una noche sin luna ni viento) por lo que el ojo humano tiene serias dificultades para distinguir objetos en la noche.

El barco estaba revestido con acero de casi 14 cm de grosor y cuatro de sus dieciséis compartimentos podían inundarse de agua sin que éste se hundiera.
Se dice que una brecha de 90 metros de largo dañó cinco de los compartimentos internos. Sin embargo, esta explicación se rechaza porque, en 1995, un equipo de científicos fue al lugar y, utilizando una sonda, descubrieron que el casco tenía pequeños agujeros pero no una gran brecha. De hecho, en caso de que hubiera una brecha de semejante longitud, la cantidad de agua hubiera entrado muy deprisa y no en dos horas y media.
El acero que recubría el buque era de buena calidad y muy poco quebradizo en temperaturas bajo cero; el defecto de los materiales estaba en otro sitio: entre cada plancha de acero había unas costuras con tres millones de roblones de 2,5 cm de diámetro, parte de los cuales se habían instalado manualmente y parte a máquina (precisamente la proa del casco se hizo a mano) con lo que utilizaron hierro en vez de acero por ser más fácil de manipular. No obstante, el acero es más fuerte que el hierro y para tratar de equilibrarlo utilizaron un material denominado escoria para reforzarlo; la aleación es complicada y con más escoria se puede debilitar.
Los roblones no aguantaron la presión ejercida en el choque del iceberg y se doblaron, permitiendo, de esta manera, la entrada del agua.
Y el final es preferible no recordarlo por aquello de no rememorar tragedias.

La «manzana» de la marquesa

•13 marzo 2011 • Deja un comentario

Probablemente a más de un lector le suena la siguiente obra: Philosophiae Naturalis Principia Mathematica de aquel famoso físico al que una tarde le cayó una manzana de un árbol y de ahí pudo deducir la ley de la gravitación universal: Isaac Newton. Claro que esa obra se tradujo a más de un idioma por múltiples personalidades entre las que destacó una mujer que revolucionó el siglo XVIII.
Émilie Gabrielle de Breteuil, marquesa de Chatêlet , fue una joven que, desde su más tierna infancia, no fue considerada especialmente bella debido a su gran altura y exuberantes manos, por lo que su padre decidió inculcarle una refinada educación (muy extraña para la época) con conocimientos sobre latín, alemán, teatro, música y ciencias, por si no era capaz de contraer matrimonio.
En la adolescencia entró en círculos intelectuales de la corte parisina teniendo contacto con importantes científicos y matemáticos del momento que ayudaron a que su pasión científica fuera en aumento. Se casó con el marqués de Chatêlet (un militar que admiraba su gran intelecto pero que nunca sintió ni el más mínimo amor por ella) y más tarde empezó a tener relaciones con personajes como el cardenal Richelieu o el mismísimo Voltaire que la animó a ahondar más en la física y en las matemáticas dónde demostró tener una gran aptitud.
Pasado un tiempo y tras haber roto la relación con Voltaire, Émilie se quedó embarazada con 43 años y decidió comenzar a traducir la Principia de Newton. Sintiendo que el parto le iba a provocar la muerte por la avanzada edad decidió ponerse a trabajar cerca de 12 horas diarias para poder terminarlo a tiempo y enviarlo a la biblioteca real, algo que hizo Voltaire a la muerte de la marquesa.
De ahí recibió el título de Lady Newton.

Hollywood «en pañales»

•1 febrero 2011 • Deja un comentario

Y este mes es importante, ¿por qué? Bueno, aunque a alguno se le acabe yendo la cabeza al San Valentín y crea que este post es propio de la historia del santo o de cómo las grandes empresas crearon la festividad…¡No! hay un tema un poco más importante para tratar y es el nacimiento del cine puesto que, un día antes de ponernos a regalar corazoncitos, o sea el 13, hay que recordar que se cumplen 116 años de la creación del cine que tan buenos momentos nos ha dado en fines de semana que el aburrimiento y la lluvia nos conduce a la desesperación de: «¿Y qué hago?»
Podíamos decir que el nacimiento del cine se dio en Francia y en EEUU, a la vez.
En Francia, los hermanos Lumière patentaban, en 1895, un sistema revolucionario que permitía la visión de imágenes de la vida cotidiana (veáse, los primeros rodajes: La llegada del tren a París o El kàiser Guillermo revistando las tropas) que luego se desarrollaría con grandes autores como George Meliès que conseguirían crear producciones de ciencia ficción en 1902 como Viaje a la luna, o empresarios como Pathè que se haría con el monopolio del cine mundialmente controlando cerca del 80% de los aparatos técnicos y producciones y regalando a Francia más de un 60% de las exportaciones cinematográficas, a principios de siglo.
No obstante, en EEUU, Edison creaba su kinetóscopio que gracias al kinetógrafo permitía la visión de imágenes en movimiento de forma individual. Este aparatito se expuso primero en ferias y, más adelante, en las llamadas penny arcades (locales con máquinas de juegos que funcionaban con un centavo) y, como es de suponer, el éxito fue tal que empezaron a crearse salas especiales para la reproducción de películas, siendo las dos primeras en los Ángeles en 1902 y llevándolas, posteriormente, a Pittsburgh en los nickelondeons (salas donde se reproducían las películas mientras eran amenizadas por un hombre al piano), habiendo en 1908 más de 8.000 repartidos por todo el Estado.
Ante el éxito, Edison y unos cuantos colegas más decidieron crear la Motion Pictures Patent para controlar el monopolio del cine pero había un grupito desencantado con la idea de seguir a esta asociación. Eran los llamados ilegales o independientes.

Pues bien, estos independientes decidieron emigrar al oeste del país para empezar a grabar sus propias producciones y muchos de ellos se instalaron en un pequeño suburbio de Los Ángeles llamado Hollywood.
Si por algo destacaban era por las súper producciones que elaboraban, utilizando a estrellas llamativas que fueran capaces de atraer el público (como Charlot…), introdujeron lo que se denomina el Star System.
Años después, el Tribunal Supremo diluyó la Motion Pictures Patent y dejó desarrollarse libremente a los cineastas de Hollywood que empezaron a hacer, con el paso del tiempo producciones cada vez más llamativas y costosas, con el fin de sobrevivir a nuevos medios que lo relegaban a un segundo puesto como la televisión.

El cuñado-yerno de Mussolini

•23 enero 2011 • 2 comentarios

Y en esta época de crisis internacional dónde la situación de paro parece ir a peor (sobre todo en algunos países como España) y dónde una gran cantidad de jóvenes nos planteamos colgar un retrato de Ángela Merkel en la habitación para rezarle que, en efecto, ofrezca empleos en Alemania a punta pala, sólo nos queda recurrir a las típicas recomendaciones de «ser hijo de…», «ser yerno/nuera de…» o el típico ser «cuñado de…» que ya sabemos que funciona, ya que no tenemos nada más y nada menos que ver al Cuñadísimo Serrano Súñer que consiguió ser ministro de Propaganda en la época del franquismo. Claro que sí aun encima tienes recomendación por partida doble pues ¡magnifíco!
Y como la autora de este blog tiene demostraciones históricas para estos casos, ahí va uno: Galeazzo Ciano, al que podíamos denominar el Cuñadísimo o el Yernísimo de Benito Mussolini.
Galeazzo nació en Livorno en 1903. Fue hijo de un almirante italiano que, a su vez, fue uno de los primeros fundadores del partido fascista italiano, en el cuál se afilió joven llegando a participar en la marcha sobre Roma en octubre de 1922. Se casó con la hermana de Benito Mussolini y fue destinado a distintos emplazamientos del mundo en Latinoamérica y Asia como diplomático.
Destacó por ser ministro de Propaganda y por seguir una línea propagandística que mantenía las bases alemanas infundidas por la teoría de Hitler y llevada a la prática por Goebbels, lo cuál, le ayudó bastante en sus laborales propagandísticas.
Más adelante, y tras unos cuantos escarceos amorosos (ya que nuestro Galeazzo era un galán de la época al estilo Redford que se las traía a todas de bote), se casó con Edda Mussolini, hija del dictador, con lo que se tornó en uno de los hombres más influyentes del régimen. Llegó a controlar el Ministerio de Asuntos Exteriores con los que tuvo un pleno control sobre las relaciones que el régimen mantenía con la Alemania nazi así como con Japón. Claro que la conducta de no-beligerancia que tomó tras la invasión alemana de Polonia por el déficit económico creó en Hitler un espíritu de desconfianza hacia el propio Ciano e Italia.

«Sé Franco, tu padre es rojo…»

•13 diciembre 2010 • Deja un comentario

De tal palo, tal astilla.
Sí, sí, eso dice el refranero y no es tan raro que alguna vez un conocido de la familia nos diga eso en relación al parecido que tenemos con alguno de nuestros padres (bien sea parecido psicológico como físico). De hecho, ¡cuántos valores que tenemos proceden de ellos! hasta las ideologías políticas que, si bien siempre hay excepciones en que los hermanos y padres son de una rama y el hijo/a de otra, lo habitual es que haya una cierta línea parecida dentro de la casa.
Pero, en fin, políticamente hablando, siempre nos encontramos con alguna «oveja roja» o «azul» que destaque en el rebaño y, sin ir más lejos, tenemos de ejemplo a nuestro famosísimo Caudillo: Francisco Franco.
Ya, ya sabemos que tenía a una hermanita, Pilar, que tenía su misma ideología y que su queridísima Carmen Polo tampoco le hacía el feo, pero lo que igual algunos desconocen es que dos de sus hermanos Ramón y Nicolás sentían cierta predilección por la izquierda, hasta tal punto de que se sospecha que el primero fue asesinado en un avión por su ideología y el segundo, reconoció que anteponía su amor familiar al político.
No obstante, hubo alguien que le dio mucha guerra a Franco y no precisamente la Pasionaria o el bando republicano, sino su propio padre: Nicolás Franco Salgado Araújo, que tenía verdadera manía a su hijo Francisco, del cuál dijo en alguna otra ocasión: «El más inteligente de mis hijos es Ramón. Nicolás es un petardista, y Francisco sigue siendo un tonto«.

Sin embargo, lo que más le debía de doler al dictador debía de ser su continua defensa de la masonería. De hecho, dictaminó: «¿Qué sabrá mi hijo de la masonería? Es una asociación llena de hombres ilustres y honrados, desde luego muy superiores a él en conocimientos y apertura de espíritu. No hace más que lanzar sobre ellos toda clase de anatemas y culpas imaginarias. ¿Será para ocultar las suyas propias?”.
Nicolás Franco, por cierto, abandonó a su primera mujer para casarse en segundas nupcias con otra más joven que él por lo civil, lo cuál, le hizo encabronarse bastante cuando su hijo derogó las leyes republicanas que permitían la unión civil, imponiendo, únicamente, la católica.

El «papa» parturiento

•19 octubre 2010 • Deja un comentario

No, no se haga usted ideas retorcidas. Quizá algún lector con maliciosa ironía se plantee que el supremo hacedor dotó al supuesto papa con una fisiología fuera de lo normal que además de generar más niveles de testosterona que de progesterona, y por ello tener atributos más que masculinos, estaba capacitado, además, para engendrar y parir hijos… Hombre, ya sabemos todos que la imaginación nos juega, a veces, malas pasadas y que, en general, todos nos hemos planteado alguna vez (sobre todo las mujeres) eso de que los varones se queden embarazados por aquello de: «Vas a saber tú lo que es sufrir, ¡no te digo!», hasta tal punto de que hasta el mismísimo Schwarzenegger haya hecho películas sobre esto pero, de momento, seamos serios: no es posible y nunca lo ¿ha sido?
Pues todos diríamos que no salvo los feligreses romanos que en el año 855, concretamente en julio, vieron como su papa Juan VIII daba a luz a un hijo en medio de una procesión.
Pero retrocedamos un poco para explicar lo que aquí pasó: Juana era hija de un monje y nació cerca del año 820 en un pueblo a las afueras de Manguncia. La niña creció en un ambiente de cultura y religiosidad y para poder continuar sus estudios, se disfrazó de hombre y bajo el nombre de Juan, El inglés, entró como copista en una orden religiosa y comenzó a estudiar la carrera universitaria. Destacó por ser un gran erudito (o mejor dicho, erudita) y consiguió en 848 un puesto docente.
Años después, fue presentada al papa León IV y enseguida ocupó el cargo de secretario del Papa. A la muerte de éste en 855, consiguió que se le reconociese el papado que duró poco más de siete meses cuando dió a luz a un hijo fruto de una relación carnal con el embajador de Sajonia.
Claro que esto es una leyenda, sí hay monedas y otros objetos que hacen referencia a este papa aunque la iglesia no lo tenga reconocido como tal…

La antecesora de Jenner

•5 septiembre 2010 • Deja un comentario

A menudo la historia nos engaña. Crecemos estudiando y creyendo que son ciertas mentes las inventoras de vacunas, objetos, teorías…que resultaron tan sobresalientes en la época que, sin ellas, hubiera resultado imposible llegar a dónde estamos. Lo cierto es que, a veces, el ser humano no es justo ni equitativo a la hora de dar méritos y más aún cuándo se trata de mujeres.
Y así, tenemos ejemplos femeninos que han sido aplaudidos por sus avances intelectuales como Marie Curie y otros que a pesar de tener grandes dotes de liderazgo acabaron desplazados, ejecutados y peor aún: olvidados, como Ana Bolena o la propia Lady Marie Montagu que si bien sí creó expectación en su época no está reconocida como la mentora de la vacuna contra la viruela que se le suele atribuir comúnmente a Edward Jenner.
Mary pertenecía a una clase de nobles y creció instruyéndose en la biblioteca paterna, ya que devoraba libros y libros a diario por su afán curioso. Al llegar a la adolescencia, se enamoró perdidamente del hermano de su mejor amiga Anne, Edward Montagu, y tras las negativas de su padre para conciliar la boda, los dos amantes decidieron fugarse y casarse por su cuenta.
Tiempo después de que se llevara a cabo el matrimonio, Edward fue nombrado embajador en el Imperio Otomano y por ello, partió con su mujer hacia Constatinopla. Allí, Mary se fijó en la práctica de la inoculación que hacían muchas mujeres con sus hijos para protegerlos de posibles enfermedades; dicha práctica consistía en vacunar con un minima parte del virus para que, al crear anticuerpos, la segunda vez que contrajeran la enfermedad ya estuvieran preparados. Mary había visto como familiares suyos habían muerto por viruela, por lo que, al llegar a Inglaterra, lo pusó en práctica con sus propios hijos.
Tan de moda se puso esta técnica que incluso la reina de Inglaterra lo hizo con los suyos, pero muchos médicos y eclesiásticos no vieron bien que la mujer hiciera estos ejercicios por lo que empezaron a ser críticos y decidieron decir que era una técnica endemoniada.
Finalmente, Lady Mary dejó a su marido y huyó con otro hombre, aunque siempre mantuvo una larga correspondencia con el primero, pero esa ya es otra historia. Murió en Inglaterra en agosto de 1762.

La mujer que desafió a Nixon..

•10 agosto 2010 • Deja un comentario

Y acercándonos un poco a la actualidad, aunque despacito por aquello de no caer en lo histórico reciente, este post aterriza ni más ni menos que en 1933 cuando un hombre judío adinerado y aburrido de los temas empresariales de siempre decide comprar un periódico que esta en bancarrota a un módico precio y este es ni más ni menos que el famoso: The Washington Post. Lo que nadie le iba a decir al comprador: Eugene Meyer es que la salvadora de su inversión y la encargada de dar a ese periódico el prestigio internacional que se merece iba a ser su hija Katherine.
Pues bien, Katherine estudio Periodismo en la universidad de Chicago licenciándose en 1938. Conoció en aquellos a años a un joven tímido y de gran inteligencia licenciado en Derecho, llamado Philip L. Graham con el que contrajo matrimonio dos años después. Meyer siempre admiró a su yerno y vió en él al posible director que llevaría a su periódico a la cumbre y por ello trató de convencerlo; Graham, por su parte, no estaba muy convencido de meterse en el negocio ya que no sabía demasiado del mundo periodístico pero acabó cediendo en 1948.
Durante ese periodo el Washington Post empezaba a florecer poco a poco hasta que la tragedia llegó a las vidas de los Graham cuando Philip se suicida a causa de sus depresiones.

Katherine asume la presidencia de la compañía. Fue una mujer que destacó por tener mucho empuje y por servir verdaderamente al derecho a la información del público: En 1971 sacó a la luz un estudio secreto sobre la guerra de Vietnam a pesar de las presiones del Gobierno y alegando que «no perjudica en ningún caso a la seguridad de Estado». No obstante, su mayor logro fue el apoyo incondicional a los periodistas Woodward y Bernstein por el caso Watergate, que implicaba ni más ni menos que al presidente del Gobierno: Richard Nixon y que condujo al periódico a ser reconocido en la escala internacional.
Graham murió en 2001 dejando la presidencia de la empresa a su hijo Donald